domingo, enero 23, 2005

Los tres mosqueteros



Mi gran conquista de la era vacacional fue sin duda esta hermosa obra del gran Alexandre Dumas. Intentar leer los clásicos es consolarse un poco frente a este mundo nuestro, cuya mayor gloria es tentarnos a aventurarnos en otros tiempos. La convulsión de la modernidad comienza precisamente en tierras francesas, pero mucho más tardíamente que la obra del maestro Dumas, que nos enseña una época en la que la palabra tenía valor y sentido, y el hombre florecía con valentía, razón y sentimiento.

Los enemigos del presente desconocen por completo el odio encarnizado de lady Clarick, y mucho más su frialdad mental. Desconocen por completo el coraje y el atrevimiento. Los duelos de hoy se realizan entre perdidos misiles y secretos bunkers. Pero no juzgo más, porque hago parte de la comedia. Mi cobardía es tal que aquí estoy, escribiendo en un blog donde me siento más segura. Señalo con el índice todo aquello de lo que me excluyo, sabiendo que es ésa la señal del incluido. He aquí el territorio de los condenados. Apelo entonces al espíritu gentil de D'Artagnan.

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