lunes, diciembre 05, 2005

La Nueva Barbera Nacional

Estracto de mis pensamientos mientras camino por las calles del centro de Paris:

Para escribir algo grande, hay que remontarse a una época grande. Hay que construir una historia grande, con personajes grandes y profundos. Hay que tener una dosis de genialidad y la mirada clara. Para escribir algo grande, es necesario ser alguien grande. Y la grandeza quedó guillotinada, hace poco más de dos siglos en este mismo suelo que piso ahora. La grandeza quedó sepultada entre las muchas cabezas que rodaron para dar nacimiento a una democracia que los verdugos nunca pudieron comprender.

Viajes

Estar de viaje es ausentarse para estar más presente donde no estás. O eso siento yo, aquí, en esta ciudad del caos, cuyos hijos son dueños de la desesperanza y el fracaso.

No lamento y no me excuso por dejar de escribir públicamente. El silencio es necesario, y el olvido complaciente. Regresar casi siempre es despertar en un amanecer, y a mi todavía me quedan meses de una noche oscura acentuada por el invierno gris que a veces me eriza y me tiñe los huesos.

He leído con atención a Sábato (me atacó la idea de que es un pseudo arreglo del Russell latinoamericano) y a Dickens, precisamente en su Historia de Dos Ciudades. Curioso leerla cuando tengo en mi nariz el epicentro de la trama. Un efecto que jamás había sentido (ni siquiera con García Márquez, de quien me separan los Andes) por aquello de leer desde la periferia a los autores europeos. Y bendita periferia: la extraño y le agradezco la visión amplia que me regaló.

Desarrollaré más este argumento. Estoy empezando a conocer el mundo, esta vez con mi propia piel, sin mediarla por palabras de amigos viajeros que llenan mi vida. Pero estoy siendo oscurecida por una nube de problemas formales que me embargan y me llenan de resentimiento. Razón por la cual me resultó imperativo escribir. Cuando tenga calma procuraré un poco más de cordura.

lunes, agosto 22, 2005

Política

Lo que publico aquí es parte de un ensayo escrito por mí sobre el efecto de la globalización en el conocimiento. Por supuesto no es un trabajo literario, pero expresa bien algo que he empezado a creer hace un par de años, y que me hace pensar que el discurso liberal de nuestros días es un error de concepción del mundo y el hombre.


Puede decirse de Occidente que es un conjunto de valores e ideas de carácter teleológico. La adopción de la democracia y del capitalismo como sistemas político y económico ideales, ha traído consigo un ecumenismo que se manifiesta en fenómenos tales como la invasión a Irak, en un caso concreto, y en respuestas como el fundamentalismo islámico, para nombrar un hecho sobresaliente. Aunque sería demasiado asegurar que esto ocurre de manera directa. Más aún, dicha adopción es consecuencia de una causa profunda que orienta los principios liberales de democracia y capitalismo hacia un mismo fin.

La causa, podríamos decir, no es otra cosa que los valores mismos esenciales de Occidente. Ambos sistemas, el económico y el político, apuntan hacia una civilización libre, individualizada, protegida por el Estado y ligada a éste por los derechos y deberes expresados en la Revolución Francesa. Pero esta carrera hacia la libertad ha resultado en una desenfrenada manía por el desarrollo económico, al punto de medir las sociedades en términos estrictamente monetarios, y su evolución por el nivel de inserción en los parámetros democráticos y capitalistas.

lunes, agosto 08, 2005

Sobre el feminismo


La paradoja: Una de las mayores incomodidades que sufro como mujer de estos nuevos tiempos, es padecer el infortunio de ser automáticamente categorizada como feminista.

viernes, agosto 05, 2005

La otra crítica


"Si todo es verdad, si leer un libro tal como se debe exige tan alto grado de imaginación, comprensión y criterio, probablemente concluiréis que la literatura es un arte muy complejo, y que es muy probable que no lleguemos a ser capaces, después de toda una vida dedicada a la lectura, de hacer aportación alguna, digna de consideración, a la crítica literaria. De ahí que debamos quedar en lectores, que no debamos atribuirnos esa mayor gloria que en justicia pertenece tan sólo a quienes también son críticos. Pero, a pesar de todo, también tenemos nuestras responsabilidades, e incluso nuestra importancia, en cuanto a lectores. Los criterios que nos forjamos y las sentencias que dictamos al juzgar se elevan en el aire, y pasan a formar parte de esa atmósfera que los escritores respiran, cuando trabajan. Se crea una influencia que les afecta, incluso en el caso de que jamás quede expresada por escrito. Y esta influencia, si está bien documentada, y es vigorosa, independiente y sincera, puede tener gran valor, ahora que la crítica se encuentra, forzosamente, en estado comatoso, en que los libros desfilan igual que una procesión de animales en una galería de tiro, y en que el crítico apenas tiene un segundo de tiempo para cargar el arma y disparar, por lo que bien puede perdonársele que confunda los conejos con los tigres, y las águilas con las gallinas, e incluso que no dé en el blanco y su disparo vaya a dar en una pacífica vaca que pasta en un campo vecino. Si el autor tuviera conciencia de que, detrás de los tiros que a tontas y a locas dispara la prensa, hay otra clase de crítica, consistente en la opinión de las personas que leen por amor a la lectura, despacio y sin profesionalismos, y que emiten juicios, animados por gran comprensión y gran severidad, ¿no mejoraría esto la calidad de sus obras? Y , si gracias a nosotros, los libros llegaran a ser más vigorosos, más ricos, más variados, creo que habríamos conseguido algo digno de ser intentado".

- Virginia Woolf, La torre inclinada y otros ensayos, "¿Cómo hay que leer un libro?", trad. de Andrés Bosch, Barcelona, Editorial Lumen, 1980, pp. 60-61.

jueves, agosto 04, 2005

No soy yo

A los veinte y desde la periferia del mundo, difícilmente puede uno encontrar genialidad en su entorno. Pero es la vida la encargada de sorprendernos, y para mi fortuna hay más de un alma realmente genuina que participa de mis días. Así que, en honor a dos de las mentes jóvenes más audaces de la lengua que conozco, recomiendo a todo el que también quiera sorprenderse:

http://tatispelaez.blogspot.com
http://delectomorfo.blogspot.com

Sean ustedes los que juzguen.

sábado, julio 30, 2005

Lo que hago

Escribir sobre varias cosas, o sobre cualquier cosa, es un gusto que sólo pueden darse mentes realmente brillantes. Yo me limito a hacer una especie de crítica literaria breve, al tiempo que desnudo trozos de mi alma que simplemente no pueden seguir cubiertos por velos de silencio. Especialmente cuando son el amor y la menlancolía los encargados de derribarme, de hacerme caer y de levantarme.

viernes, julio 29, 2005

Cursilería y honestidad



Hace muchos años, cuando apenas me definía a mí misma como persona, leí una frase que terminó por iluminar mi proceso de autodeterminación. Decía "Dios es amor". Entendí entonces que el mundo funciona de formas muy diversas, pero que es el amor lo que finalmente permanece, lo que debe ser perseguido y lo que debía intentar alcanzar siempre, pues sólo así podría ser también parte de la divinidad.

Y he intentado perseguir el amor desde entonces, pero jamás había aparecido tan claro y puro frente a mí como ahora, cuando miro tus ojos, siento tu cuerpo, escucho tus palabras y tus silencios, respiro tu olor y comparto tu corazón. Y puedo decirte, en este momento anhelado de mi vida, que nunca jamás me había sentido parte de algo tan inmenso. Nunca antes me había deleitado tanto en la contemplación de un alma. Y te siento conmigo tanto como me siento contigo. Y buscaré una y mil razones, una y mil formas para quedarme a tu lado, prolongando este instante de absoluta eternidad.

Quiero perderme en tus ojos. Quiero habitar todos los rincones de tu mente. Quiero estar en todas tus creaciones, ser tu musa, tu pincel y tu lienzo. Quiero ser tu piel y mis dedos. Y quiero que veas en mi mano sobre tu cadera al viento, dibujando vidriosas curvas de nubes con su aliento. Quier ser las lágrimas que lloras en secreto, el agua que te recorre en las mañanas, el sudor que surge de tus entrañas. Quiero ser el cerezo del que nacen tus labios. Y quiero ser también tu lugar de paz y tranquilidad, al que siempre desees llegar.

Quiero amarte, mientras compartes conmigo el regocijo de saber que lo que vivimos es un respiro de Dios. Te amo. Con sutileza y firmeza te amo.

viernes, julio 01, 2005

Los versos más tristes

Puede ser que haya pasado frente a mí la oportunidad de ser feliz. Y la perdí. Ahora estoy sola, nuevamente. Me voy a conocer otro mundo, con miedo y confusión en el alma. Estoy por pensar que uno se enamora del amor y no de las personas, lo cual desvirtuaría cualquier tipo de pretensiones de amor eterno.

No me gusta Neruda. En general, Latinoamérica ha estado sumida en una especie de caos, proveniente en parte de su identidad perdida. De todas formas sólo pienso en la frase que resuena con una de sus voces: "puedo escribir los versos más tristes esta noche". Lo siento. Por ellas, por ellos, por mí.

sábado, mayo 14, 2005

El último hombre libre


Cuenta Yourcenar que leyó en un volumen de la correspondencia de Flaubert una frase determinante: "Cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón hasta Marco Aurelio, en que sólo estuvo el hombre".

Las Memorias de Adriano son el reflejo de ése hombre, en un punto de su vida en el cual, sólo la muerte lo separaba de la sabiduría. El elogio a la humanidad que hace la autora es casi inexplicable en esta época de vulgaridad e ignorancia, y es también -demás está decirlo- un milagroso alivio.

Se me dificulta la expresión mesurada sobre lo que creo ha sido el más hermoso libro que ha pasado por mis manos, lo cual es una tontería, puesto que nunca he podido juzgar un libro estrictamente de forma racional. Así que, en honor al despliegue emotivo que sin duda tiene un mayor valor personal, las páginas de Adriano (guiadas por un suave susurro de Marguerite Yourcenar), son un derroche de humanidad, sabiduría y genialidad.

miércoles, abril 27, 2005

Éxtasis del alma

Hay una estética en los sentidos y en la sensualidad. Eso me lo han asegurado la experiencia y mis antípodas, tan lejanas y cercanas.
Casi todas estas frases son robadas. Como los arrebatos del alma cuando nacen en el cuerpo.

lunes, abril 18, 2005

El canon


Unos cuantos apartes del Canon Occidental de Harold Bloom han pasado por mis manos durante los últimos meses y, consecuentemente, celebro la recuperación del concepto canónico, aunque me sorprende que el autor desconozca el influjo sobre él ejercido por su propia lengua y cultura. En un intento por centrar el canon, se confía demasiado en el genio shakespeariano y desecha la posiblidad de compartir el centro con otros autores. Afirmar que Occidente se encuentre condensado en Shakespeare no es pretencioso, pero sí tendencioso (después de todo, Bloom es neoyorquino). Sé que pocos autores lograron materializar su nación, pero sin duda Cervantes y Dostoiesvski acertaron en la definición de España y Rusia, respectivamente.

De cualquier forma, la obra de Bloom es cuando menos, sensata. Incluso la división misma que hace de los capítulos es desafiante a lo que él denomina la Escuela de la Rebeldía, producto de la Edad Democrática, claro está. En mi opinión, este hombre debe ser algo así como la versión americana y académica de un Pérez Reverte, pero mi ignorancia es grande para aventurarme en afirmaciones de este tipo, así que espero no estar ofendiendo al maestro. En todo caso, un buen sumario de esta densa masa tan llamada civilización.

martes, abril 12, 2005

Volver a mí

El año inició sin mucho poder de mi parte para expresar las miles de circunstancias que una y otra vez me han redefinido durante este tiempo. Escribir se convierte en una quimera para mí cuando todo cambia, todo me cambia y la vida se deshace de su manto para mostrarme su hermosa extrañeza. Y entonces lo impensable ocurre y el amor se acomoda en mis brazos, para recordarme que siempre ha estado ahí, aunque cambie de cara y de nombre.

Escribí sobre la tristeza, porque creí abrazarla toda. La felicidad, sin embargo, es imposible de atrapar y mucho menos con palabras, así que me limito a ponerla de manifiesto. Es con el alma alterada que se busca la tranquilidad, pero sólo llega ésta cuando al espíritu lo embarga el cansancio absoluto y no hay más opción que respirar. Llegué al agotamiento desesperado por no encontrar la paz que hace años perdí sin darme cuenta, y de tanto buscarla me caí dormida, exhausta sobre los días, hasta que ella sola llegó a mí.

Por ahora basta de estas confesiones. En unos días volveré a los libros, mi refugio contra tanta necedad, de la cual sin duda participo, pero de la que me rescata -como siempre lo ha hecho- el amor.

domingo, enero 23, 2005

Los tres mosqueteros



Mi gran conquista de la era vacacional fue sin duda esta hermosa obra del gran Alexandre Dumas. Intentar leer los clásicos es consolarse un poco frente a este mundo nuestro, cuya mayor gloria es tentarnos a aventurarnos en otros tiempos. La convulsión de la modernidad comienza precisamente en tierras francesas, pero mucho más tardíamente que la obra del maestro Dumas, que nos enseña una época en la que la palabra tenía valor y sentido, y el hombre florecía con valentía, razón y sentimiento.

Los enemigos del presente desconocen por completo el odio encarnizado de lady Clarick, y mucho más su frialdad mental. Desconocen por completo el coraje y el atrevimiento. Los duelos de hoy se realizan entre perdidos misiles y secretos bunkers. Pero no juzgo más, porque hago parte de la comedia. Mi cobardía es tal que aquí estoy, escribiendo en un blog donde me siento más segura. Señalo con el índice todo aquello de lo que me excluyo, sabiendo que es ésa la señal del incluido. He aquí el territorio de los condenados. Apelo entonces al espíritu gentil de D'Artagnan.

martes, enero 04, 2005

El sacerdote

Habiendo vivido más de veinte años entre una comunidad y una familia que profesa el cristianismo, puedo decir que estoy más que acostumbrada a las ceremonias y rituales propios de nuestra fe. Hace unos domingos estuve en misa y recuerdo haber escuchado en la homilía un comentario sobre la importancia de la mujer en el desarrollo de la sociedad. Hasta ahí ninguna novedad, pero todo el ambiente se estremeció cuando el sacerdote dijo que parte de la responsabilidad por la degradación de nuestro mundo actual reside en la destrucción de los núcleos familiares, resultado derivado(nuevamente en parte) de la salida de las mujeres de sus hogares y su correspondiente entrada en el mercado laboral.

No es mi intención defender o atacar. Debo empezar por aclarar que rechazo todas estas ideologías caóticas que pretenden exaltar a las minorías como si el hecho de pertenecer a una de ellas entrañara algún mérito. Esto con respecto al feminismo. De otro lado, ser sacerdote o pastor o clérigo (cualquiera sea su denominación) puede resultar fatalmente peligroso en estos tiempos. Requiere mucho coraje y enormes cantidades de vocabulario políticamente correcto. Requiere moderación y visión. Requiere modestia y algo de coherencia (si es que eso es posible en los seres humanos).

No es un secreto que la sociedad del siglo XXI promete anarquía y egoísmo. El mundo continúa siendo dirigido por gobernantes incapaces, y cualquier institución que pretenda establecer algo de orden es tildada de autoritaria. No es tampoco un secreto que el rol femenino en la historia ha cobrado una enorme vitalidad desde comienzos del siglo pasado. Y para ser más francos aún, es sensato decir que las familias sí han sufrido un proceso de degradación, al igual que todos los sectores de la sociedad. Ahí no se escapa nadie.

Ahora bien, es discutible que esto haya tenido que ver con el ingreso de las mujeres a la industria. Pero no me arriesgo a tanto. Sólo expresaré que, en mi opinión, este proceso de corrupción abarca tantos siglos, acontecimientos y ámbitos, que si quiera mencionar uno resulta ingenuo. No quisiera tampoco aunarme a las voces que claman (especialmente en mi país) que todo anda mal. No es cierto. No hay un día que pase sin que me sorprenda por la virtud que todavía brilla en los ojos de muchos compatriotas. Pero mientras cada cual intente reclamar como suya una serie de derechos que pertenecen a todos (qué puedo tener yo que no tengas tú, o incluso qué puedo ser yo que no seas tú), entonces el egoísmo se convertirá en eso que vemos diariamente en las noticias. Habría que apelar entonces a una identidad común a todos... "humanidad" suena bien para mí. Pero estas son discusiones que me exponen y que no me incumbe hacerlas en un espacio tan abierto. Sólo desearía que Occidente dejara de revelarse contra sí mismo, y que abrazara eso que es, y por supuesto, eso que no es.