martes, abril 12, 2005

Volver a mí

El año inició sin mucho poder de mi parte para expresar las miles de circunstancias que una y otra vez me han redefinido durante este tiempo. Escribir se convierte en una quimera para mí cuando todo cambia, todo me cambia y la vida se deshace de su manto para mostrarme su hermosa extrañeza. Y entonces lo impensable ocurre y el amor se acomoda en mis brazos, para recordarme que siempre ha estado ahí, aunque cambie de cara y de nombre.

Escribí sobre la tristeza, porque creí abrazarla toda. La felicidad, sin embargo, es imposible de atrapar y mucho menos con palabras, así que me limito a ponerla de manifiesto. Es con el alma alterada que se busca la tranquilidad, pero sólo llega ésta cuando al espíritu lo embarga el cansancio absoluto y no hay más opción que respirar. Llegué al agotamiento desesperado por no encontrar la paz que hace años perdí sin darme cuenta, y de tanto buscarla me caí dormida, exhausta sobre los días, hasta que ella sola llegó a mí.

Por ahora basta de estas confesiones. En unos días volveré a los libros, mi refugio contra tanta necedad, de la cual sin duda participo, pero de la que me rescata -como siempre lo ha hecho- el amor.

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